Valeria Souza Saldivar, investigadora UNAM México/Fundación CEQUA
En la entrega anterior hablamos de como los microbios son los dueños del “reloj de la vida”, es decir, de los engranes bioquímicos que mueven los ciclos biogeoquímicos. Por lo tanto, es muy importante saber que les pasa a estos bio-ingenieros fundamentales en la especie de “apocalipsis” del siglo XXI a la que nos enfrentamos.
La llamo “apocalipsis” con comillas porque no creo que sea un destino manifiesto, sino que es algo que tenemos que entender y abordar de manera urgente. Las calamidades son muchas y las tenemos encima: cambio climático global, agujero de ozono en la zona austral, basura por todos lados, mares muertos por exceso de nutrientes, agua contaminada y especies extintas al perder su hábitat. Los problemas se ven tan enormes que no sabemos ni como empezar a deshilar la madeja de errores humanos y enderezar lo torcido.
Yo pienso que, además de un cambio definitivo de conciencia y de patrones de consumo, la clave la pueden tener los microbios bio-ingenieros del microbioma del mar, recordemos que ellos cambiaron un planeta anaranjado en uno azul y que ellos capturando carbono en los arrecifes de estromatolitos, precipitaron congelaciones globales.
También recordemos que la mayor parte del oxígeno que respiramos lo producen los pequeños bichitos fotosintéticos del mar, eso sin quitarle importancia a los bosques y a las selvas que también están amenazadas. Pero antes de ponerlos a trabajar, tenemos que entender cuales son sus límites, sus señales de alarma y los ambientes donde pueden crecer mejor, para hacer esto, en Fundación CEQUA, vamos a iniciar la próxima primavera del 2021, un estudio a 5 años de la respuesta del microbioma de la cadena alimenticia de Magallanes.
A diferencia de otros estudios que han explorado principalmente el microbioma intestinal, nosotros vamos a explorar la respuesta a las diferentes temperaturas y salinidades de los fiordos de la zona en los microbios que están en las plumas de los pingüinos, la piel de ballenas jorobadas, lobos marinos, el caparazón de las centollas, las escamas de las sardinas y salmones, así como los pequeños crustáceos que son la base de la cadena alimenticia (munidas) y la superficie del sargazo.
La idea es que la piel es lo mas inmediato en contacto con el ambiente, en este caso el mar, por lo que al comparar al mar no solo la composición de la comunidad microbiana sino que proteínas asociadas al stress, están expresando esos microbios así como los animales de la cadena alimenticia, podremos tener una visión de la vulnerabilidad de la fauna extraordinaria de Magallanes, un laboratorio vivo para entender el efecto en la vida de cambio climático así como el efecto del ozono, ya que esta zona austral de Chile es un punto clave donde algunos glaciares están creciendo mientras que muchos se están retrayendo. Estas diferencias se deben a que el estrecho esta influenciado por las corrientes de 3 océanos: Pacífico, Atlántico y el Austral que rodea Antártica y cada una de ellas esta respondiendo de manera diferencial a cientos de variables a nivel global.