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Colaboración científica internacional, estrategias para el desarrollo científico en Magallanes.

por Fundación Cequa

Diana Schofield, Fundación CEQUA / Estudiante de Doctorado en Ciencias, UMAG

Nuestro Planeta está cada vez más conectado. Hace no tantos años atrás (antes de 1946), ir de Punta Arenas a Santiago significaba 3 a 4 días de viaje por tierra. En esos días de viaje, al no existir teléfonos celulares, las familias quedaban incomunicadas y en el ámbito del conocimiento, la información fiable se conseguía principalmente en libros, ya que no existía internet. Me parece extraordinario que, en menos de 70 años, la ciencia, tecnología e innovación nos llevara de días de viajes a horas para llegar a un mismo lugar. Que gracias al celular podamos hablar con nuestros seres queridos aun cuando estén al otro lado del planeta, y que la gran mayoría de la información este a un clic con el desarrollo de internet. Más impresionante aún es que sabemos que este desarrollo no se detiene, cada vez es más rápido y podemos ser parte de él. Esperemos pronto contar con internet en cada parte del planeta gracias al internet satelital, acortar más los tiempos de viaje con el desarrollo de tecnología espacial, y que las tecnologías sean cada vez más verdes, para lograr el cuidado de nuestro planeta.

La globalización ha sido la piedra angular de la ciencia, ejemplo reciente de esto lo son Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier, ganadoras del Premio Nobel de Química 2020 por el desarrollo de un método para edición genética. Ambas investigadoras son de nacionalidades y continentes diferentes (estadounidense y francesa) y mediante la colaboración científica con ayuda de la globalización, desarrollaron una técnica que será base para la ciencia molecular del futuro cercano.

En los últimos años, Chile ha progresado en el avance de la ciencia. En el ranking de Nature Index 2021, Chile posee el segundo lugar en desarrollo científico a nivel sudamericano, siendo solo superado por Brasil. Esta cifra no deja de impresionar, más al comparar la inversión en ciencias de Brasil que supera el 1% del PIB con la de Chile, que desde 2007 no aumenta del 0.3% del PIB (Instituto de Estadística de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Con estos datos podemos concluir que nuestro país cuenta con grandes mentes, pero con bajo presupuesto y que la inversión en ciencia está lejos de llegar a la de países desarrollados como Estados Unidos (2.8%), Alemania (3.1%) o Japón (3.2%).

Vivo en Magallanes hace 7 años. Aquí he formado a mi familia y dado mis primeros pasos en ciencia, y poco a poco puedo ir enumerando las ventajas y desventajas de la ciencia desde esta austral región. Mi principal ventaja es que Magallanes posee una increíble biodiversidad, es bien ganado el reconocimiento de laboratorio natural, en cada rincón hay algo que observar y fenómenos de los que nos podemos sorprender, además, las personas están ávidas de conocimiento y de un amor profundo por mantener su región Mi principal desventaja, la desconexión territorial, viviendo en esta zona entiendo perfectamente por qué se habla de la república independiente de Magallanes. 

Entonces una pregunta lógica es, si en Chile hacer ciencia es difícil y aún más en Magallanes, ¿cómo logramos hacer ciencia regional de impacto global?

El Centro Regional Fundación CEQUA, en sus 19 años recién cumplidos de historia, ha generado redes internacionales con México, Brasil, Japón y Alemania. Esa visión de fomento a la vinculación hoy cobra sus frutos, ya que gracia a la colaboración adjudicamos el concurso de Fortalecimiento al Desarrollo Científico de Centro Regionales 2020 de ANID con el proyecto “Microbioma de la Superficie Externa de Especies Clave de Importancia Ecológica y Económica en la región de Magallanes y de la Antártica Chilena: microbios como bioindicadores de la salud del ecosistema acuático en un escenario de calentamiento global”. (https://www.youtube.com/watch?v=Ep3QQSLEp9Y).

Personalmente, este primer año de ejecución de proyecto, ha sido tremendamente desafiante, pero me ha permitido un salto en el aprendizaje. Tener acceso a tecnologías de punta y conocimientos de vanguardia revolucionaron completamente mi forma de ver el “cómo hacer ciencia”. Con cada conversación aparecen nuevas ideas de temas inéditos para la región y tenemos la oportunidad y herramientas para dar respuestas gracias al propio crecimiento del centro y los múltiples vínculos. Creo que el siguiente paso para la ciencia es precisamente este, abrir realmente las barreras territoriales de conocimiento y evolucionar como planeta más que como región.

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