Valeria Souza Saldivar, investigadora UNAM, México / Fundación CEQUA
Durante la primera parte de la pandemia en 2020, mi querida amiga Paola Acuña, Directora de Fundación CEQUA, me invito a imaginar un nuevo proyecto en la Región de Magallanes, yo desde el retiro pandémico, dije ¿y porque no? Por una parte, me encanta trabajar con ella, y por la otra, la naturaleza de Magallanes me ha tenido enamorada desde la primera vez que la visitamos en 2015.
Ese año, durante el verano austral, teníamos con mi marido, Luis Eguiarte, que dar conferencias en Santiago, y Paola, una gran amiga desde que ella era estudiante en México, nos invitó, taimada, a Punta Arenas, y digo taimada, porque Paola siempre ve a largo plazo. Para enamorarnos, nos llevó a lugares fantásticos como Torres del Paine, Tierra del Fuego, a conocer a los pingüinos rey, a isla Magdalena a descubrir a los pingüinos de Magallanes, a Pali Aike y caminar por los paisajes extraordinarios de la Patagonia chilena. Tan enamorados quedamos, que ahorramos para ir con nuestros hijos en el año nuevo 2018-19 a Punta Arenas a visitar a Paola y para tomar el barco Stella Australis y repetir el camino de Darwin por una semana, de ida y regreso a Cabo de Hornos, para después celebrar el cumpleaños de nuestra hija en Torres del Paine. El viaje fue espectacular y la familia entera ya estaba enganchada por la belleza de Magallanes y sus fiordos congelados.
Es por esto que, cuando me pongo a imaginar el año pasado, un proyecto fantástico a 5 años en la región de Magallanes, yo ya tenía a la Patagonia, sus paisajes y criaturas grabadas en el corazón. Así que, en el retiro pandémico nos pusimos a trabajar en ideas novedosas y juntas armamos un equipo fantástico de colaboradores con Fundación CEQUA e investigadores de Chile: Jorge Acevedo, Carlos Olave, Anelio Aguayo, Diana Schofield; Luis Pastene de Japón, Luis Eguirte y Eria Rebollar de México, Estados Unidos y Ralph Tiedemann de Alemania. El proyecto que escribimos: “Microbioma de la superficie externa de especies clave de importancia ecológica y económica en la región de Magallanes y Antártica Chilena: microbios como bio-indicadores de la salud del ecosistema acuático en un escenario de calentamiento global”, fue financiado por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo de Chile (ANID), y para el cual mis colegas y amigos investigadores me han distinguido como directora científica, aun cuando soy mexicana, siendo este un ejemplo maravilloso de colaboración internacional
Lo que pasa es que el proyecto es fascinante, y todos sus participantes estamos convencidos que será una punta de lanza para la nueva etapa de CEQUA y su aporte al desarrollo científico de la región de Magallanes. Para que esto suceda, dentro de nuestros compromisos con ANID, está formar recursos humanos en Chile y la primera fase de esto, es dar clases en Chile. Gracias al mundo pandémico donde las reuniones virtuales borran fronteras, la cátedra que doy a los estudiantes de primer año de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y que se llama biología de Procariontes (la materia es una introducción a la vida a través de las bacterias y sus primas las Arqueas) ha sido abierta a 15 estudiantes chilenos de diferentes universidades y a 25 estudiantes de la UNAM.
Hasta ahora, todos se ven contentos y estoy segura que este es solamente el primer paso de CEQUA en su propósito de internacionalizar la ciencia y borrar fronteras entre dos naciones que siempre han sido hermanas. El siguiente paso es que junto a mi marido nos traslademos a Punta Arenas, junto con el primer estudiante de doctorado de la UNAM, Manuel Ochoa, para estar en la primavera y verano magallánico durante los tiempos de muestreo del proyecto. En ese periodo iniciaremos con el microbioma del mar, de las plumas de los pingüinos, de la piel de la ballena jorobada, del pelaje de los lobos marinos, de la superficie de los salmones y de las sardinitas fueguinas, del caparazón de las centollas, del langostino de los canales y de la superficie de las frondas de los sargazos. Estamos todos muy emocionados de iniciar esta gran aventura junto a Fundación CEQUA, y de seguro, Paola ya lo había imaginado desde aquel viaje en 2015.