Dr. (c) Claudio Moraga, investigador Centro Regional Fundación CEQUA.
La ciencia de frontera, los límites del conocimiento en la región de Magallanes. Expresión de genes contándonos la historia y el presente de nuestras especies emblemáticas y sus cambios, sus adaptaciones al clima, y sus posibles extinciones precisamente por el cambio climático. De eso se trata, el proyecto de Microbioma de Fundación CEQUA, de entender los bichitos más pequeños e invisibles al ojo humano, específicamente aquellos en la piel de nuestras especies y que son los que primero reciben los cambios del clima. Todo a partir de muestras de piel de organismos tan pequeños como centollas hasta gigantes como las ballenas.
Entender estos bichos (el microbioma) nos permitirá avanzar en el entendimiento del cambio climático desde una perspectiva genética, pero también esta misma perspectiva nos permitirá entender la relación del microbioma con sus especies hospederos como la centolla, los pingüinos y las ballenas. Herramientas genéticas nos permiten lograr resultados cuyas preguntas antes no podrían haber sido contestadas y además, nos acercan a otras preguntas que ni siquiera nos habíamos atrevido a realizar porque pensábamos que no era posible hacerlas. En este caso la ciencia de frontera tiene dos dimensiones, en términos intelectuales por las preguntas realizadas y en términos de recursos por los instrumentos y tecnologías avanzadas necesarias.
Además, esta nueva aproximación a entender el cambio climático nos lleva por un camino alternativo y más biológico. En la región siempre había habido referencias a la ciencia de cambio climático desde la perspectiva de los glaciares y los hielos, un sensor muy importante. Bueno, en esta oportunidad la perspectiva biológica y más aún genética nos provee de información de lo que está pasando ahora con recursos biológicos y tan actuales como las centollas. Las conexiones y relaciones con las proyecciones sobre el clima futuro nos permitirán posiblemente predecir cambios del microbioma en la piel de otras especies en la región y entender cómo sus hospederos atienden los cambios de temperatura y otros factores asociados al cambio climático en su entorno.
La ciencia de frontera aquí nos lleva a aquellos lugares que no podemos ver a simple vista, y nos hace preguntarnos sobre que hay más allá. Se necesitan recursos, instrumental y tecnología de punta. Se necesita gente de ciencia preparada, heterogénea y dispuesta a colaborar en entornos cercanos y alejados, como ocurre en el proyecto de Microbioma con científicos nacionales e internacionales. Lo que más me llama la atención de este conjunto de factores extraordinarios, es que esta ciencia nace de un “nodo” regional de Fundación CEQUA para contestar preguntas universales en un escenario local. Aquí, la trascendencia del conocimiento que se generará tendrá un impacto social que la ciencia de frontera está poco acostumbrada a combinar.